Antes de 2019, Sudán era una dictadura gobernada por Omar Al Bashir, quién utilizó al ejército para reprimir a la población y apoyó la creación de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), una milicia paramilitar acusada de realizar actos genocidas.
En 2019 un golpe de Estado liderado por el ejército y las FAR derrocó a Al Bashir. Pese a inicialmente prometer la transición a la democracia, ambas facciones armadas decidieron perpetuarse en el poder de manera indefinida. En abril de este año se inició una guerra civil entre ambas facciones debido a desacuerdos sobre su distribución de poder en el gobierno, ninguna de las dos facciones tiene apoyo popular.
Debido a que el conflicto amenaza con desestabilizar la región del norte de África, diferentes actores de la comunidad internacional han intentado mediar entre ambas facciones.